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“Hay días para hablar y hay días en que ya no es necesario”

Por: Dylan Colón Martínez, Ricardo G. Vega García, Xavier Silva Baerga y Argenis Carbonell Robles

Elimanuel Hernández y su esposa, Vanessa Negrón, explicando algunas de las críticas que han recibido.

Si entras un domingo a la iglesia Comunidad Aliento en Bayamón, no verás a un eclesiástico tradicional engabanado, sino a un hombre de 43 años, vestido con “hoodie”, calzado deportivo, pantallas en sus orejas y brazos forrados de tatuajes.

Su nombre es Elimanuel Hernández y para este hombre, de tercera generación pastoral, la iglesia no era algo que se celebraba los domingos, sino todos los días de la semana. Vivió de este modo desde su nacimiento, hasta los cinco años de edad, cuando su padre y pastor de la Iglesia a donde asistía su familia, se involucró sentimentalmente con una hermana de la congregación.

Este evento representó, no solo la pérdida de su padre, sino de todo lo que conocía. Su madre se divorció y se mudó, separando a Elimanuel de su familia, vecindario, escuela e iglesia. Su padre continuó pastoreando la misma iglesia.

Elimanuel describe el proceso de divorcio de una familia pastoral.

Después del divorcio, Elimanuel puede contar con los dedos de sus manos las veces que volvió a ver a su padre. De vez en cuando, este llamaba y decía que vendría a buscar al pequeño Eli y que irían al parque o a ver una película. Sin embargo, el niño se quedaba dormido en las escaleras esperando a un padre que nunca aparecía. Luego, despertaba en su cuarto, pues su madre, quien llegaba tarde del trabajo, lo llevaba en brazos hasta su cama. Su padre nunca asistió a sus cumpleaños, alguna ceremonia de graduación, su boda o al nacimiento de sus hijos.

Su madre pasó de estar presente en todos los aspectos de su vida, a estar la mayor parte del tiempo ocupada con varios trabajos. Trabajos que necesitaba para poder mantener a la familia.

Apartado de la iglesia por primera vez en su vida, Hernández se encontraba sin fe. Sin la estructura que la iglesia le proveía, Elimanuel cedió a las tentaciones de la calle. Según el pastor, fueron siete años llenos de dolor, ira y frustración.

Elimanuel detalla su experiencia luego del divorcio de sus padres.

No fue hasta los 12 años, que a través de un extraño, Elimanuel recuperó la fe que había perdido a causa de un familiar.

A Hernández se le acercó una vecina que acostumbraba invitar a los jóvenes del vecindario a la iglesia. Después de rechazar su invitación en múltiples ocasiones, decidió acompañarla.

Sin embargo, esta visita no constituyó un regreso definitivo a la fe, ya que, aunque su cuerpo estaba presente, su cabeza estaba inmersa en sus “closets”, término que utiliza Hernandez para referirse a las situaciones del pasado que todos cargamos en nuestra mente.

Elimanuel explica el significado de los “closets” en la mente de cada persona.

No fue gracias a palabras de un pastor o algún versículo de la biblia que Elimanuel encontró de nuevo su fe, sino por medio de otros jóvenes de la iglesia. En un retiro espiritual, compartió con jóvenes con problemas similares a los de él, muchachos que venían de núcleos familiares rotos, pero tenían su fe intacta. Entre estos chicos, Elimanuel llegó a la conclusión de que Dios nunca lo abandonó y que sin importar lo que pase en la vida, Dios siempre estará ahí. Fue en ese retiro que Hernández “encontró a Dios”.

Después del retiro, Elimanuel asistió regularmente a la iglesia hasta que debido a los compromisos de su vida universitaria y amorosa dejó de congregarse, pero esta vez no perdió su fe.

A los 21 años, Hernández estaba casado y esperando su primer hijo. Esta etapa, representaba nuevos retos. Retos que lo hacían preguntarse, “¿cómo puedo ser un padre si yo no tuve uno?”. Meditando en esta pregunta, Elimanuel y su esposa Vanessa decidieron salir a buscar una iglesia para congregarse.

Elimanuel narra cómo regresa a la iglesia con su esposa Vanessa.

El joven matrimonio encontró una iglesia en la que se sintieron cómodos. Fue allí donde la pareja sintió el llamado a predicar y se convirtieron en pastores de jóvenes. Durante esos años, nacieron sus tres hijos y Elimanuel logró crear una relación estrecha con Dios y con su iglesia, en especial con los jóvenes.

Elimanuel y su esposa antes de fundar Comunidad Aliento

Sin embargo, “mientras más cerca estás de algo, más vez sus desperfectos”, aseguró el pastor.

A pesar de que no tenía intención de abandonar la iglesia, dentro de esa congregación fue testigo de la misma situación que había presenciado a los cinco años. Un miembro de su iglesia cometió adulterio y la congregación acusó a Elimanuel de conocer la situación y permitir que ocurriera.

El pastor se sintió señalado por el mismo pecado de su padre, el que había roto su niñez y que todavía consideraba un “closet” abierto en su vida adulta. Revivir el trauma y la desilusión fue un evento tan devastador que, a la edad de 30 años, Hernández decidió dejar de predicar y abandonar la iglesia para siempre.

“Apagué intencionalmente mi relación con Dios”, aseguró Elimanuel. Una vez más, se encontró sin iglesia y sin las relaciones que había cultivado durante casi una década como pastor. “Me quedé sin nada, me convertí en mí yo de 5 años”, explicó Hernández. Fue entonces cuando se tatuó por primera vez.

Previo a estos años, Elimanuel tenía una estricta visión con respecto a los tatuajes: “Los tatuajes son del Diablo, son la marca de la bestia y los que tienen tatuajes van pa’l infierno”. De manera que, el tatuarse fue un acto de rebeldía, una forma de boicotear un posible retorno al ruedo pastoral.

Los sentimientos causados por la acusación de la iglesia atormentaron a Elimanuel Hernández durante esos tres años y no se resolvieron hasta su último reencuentro con su padre.

Elimanuel relata el momento en que se reencuentra con padre.

El padre de Elimanuel murió poco después de su último encuentro. Aunque no volvió a verlo, este evento le otorgó una paz que no había experimentado desde antes del divorcio de sus padres y le permitió “cerrar ese closet”. Habiendo perdonado a su progenitor, Elimanuel decidió regresar a su otro padre, el que nunca lo abandonó; Dios.

Elimanuel y Vanessa exponen el significado de paternidad en su relación con Dios y cómo afectó sus decisiones con sus hijos.

Elimanuel, ya tatuado y con pantallas, sintió el deseo de regresar a la iglesia. Después de un período de reflexión, llegó a la conclusión de que, a diferencia de lo que la iglesia tradicional predica, su cambio radical de imagen no afectaba como Dios lo veía.

Elimanuel comparte su respuesta para aquellos que critican sus tatuajes.

“Para mí es más importante que seas cristiano y no que simplemente lo parezcas”.

Elimanuel Hernández, 2022.

Elimanuel piensa que la manera estricta de predicar de la iglesia es una basada en códigos de vestimenta y etiqueta que no deberían tomar lugar en la búsqueda del amor de Dios. Con su fe renovada y un cambio radical de imagen, Elimanuel y su esposa fundaron Comunidad Aliento, una iglesia basada en la tolerancia y aceptación de todos.

Elimanuel y Vanessa explican qué los llevó a fundar Comunidad Aliento.

“Cuando Jesús vino a la tierra, él no vino con reglas, el vino a romper las reglas”.

Elimanuel Hernández, 2022.

Hoy Elimanuel Hernández pastorea la iglesia Comunidad Aliento junto su a su esposa y sus tres hijos. Sí un día decides visitarlos, serás recibido con brazos abiertos, sin importar tu apariencia o lo que hayas vivido. Esta iglesia quizá tenga una apariencia diferente, pero su mensaje sigue siendo el mismo que Jesús predicó hace más de 2000 años; Un mensaje de Amor y aceptación incondicional.

Elimanuel, Vanessa y sus tres hijos.

Para más información sobre la iglesia Comunidad Aliento puede acceder a facebook.com/soycomunidadaliento/ o ir al templo de manera presencial: Carr. #2 Km 15.3 Bo, Bayamón, 00949.

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