Once países y el despertar espiritual de una joven enfermera
Por: Genesis Maymí, Yamilex Aponte y Victor Guilbe Boscana
“Esos once meses son como el mejor año y el peor de tu vida… Son demasiadas emociones. Tú estás aquí, mañana estás abajo, estás depresivo, estás super emocionado”, explicó Nicole Bonilla, enfermera graduada del Recinto Universitario de la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez, sobre su experiencia como misionera en World Race.
World Race es un viaje de once meses con visitas a once países, para jóvenes entre las edades de 21 y 35 años. En esta aventura los viajeros impactan comunidades en los diferentes países con servicio comunitario. En el proceso se comparten enseñanzas de la Biblia y actividades que promuevan la fe cristiana.
Bonilla siempre tuvo el deseo de viajar y conocer otras culturas. Había realizado misiones en Haití y otros trabajos de servicio a la comunidad en Puerto Rico, pero esto no calmó su deseo de explorar el Mundo.
Tras su graduación, la joven enfermera sintió la necesidad de hacer un viaje que combinara sus dos pasiones, servir a Dios y viajar. La culminación de sus estudios universitarios le presentó una puerta que antes no tenía: tiempo para viajar. Luego de una larga búsqueda, apareció la oportunidad perfecta: el viaje misionero, World Race, que visitaría once países en un año.
Nicole explicó que desde que vio el video, le dieron ganas de irse, pero a su vez llegaron muchas dudas a su mente. “Es mucho tiempo, es mucho dinero y yo estaba en proceso de graduarme”.
Sus padres y su hermano estuvieron de acuerdo con que ella participara de World Race. Sin embargo, a quien le surgieron dudas y miedos fue a Bonilla.

“Son once meses, conlleva mucho esfuerzo, dinero, tiempo y riesgo. Son bien “cool” los países, pero tienen su realidad social”, explicó la enfermera graduada.
El primer reto es reunir el dinero del viaje, que son veinte mil dólares aproximadamente.
“El dinero vino a entrar tres meses antes de irme. Yo hice “cupcakes” e hice una cena pro-fondo, donde les pedí a varios amigos que me donaran su talento. Gracias a Dios, tengo muchos amigos talentosos”, explicó Bonilla.
Luego de tener la mayor parte del dinero y cumplir con el primer pago, inició la aventura de World Race. Uno de los retos fue decidir qué empacar para el entrenamiento de un mes.
“Todo lo que quieras llevar, lo tienes que cargar y a lo mejor vas a tener que caminar horas con ropa, zapatos, tu cama, tu caseta, porque si no había dónde dormir, dormías en la caseta o el “sleeping bag”. A veces mi mochila pesaba 50 libras”, explicó Nicole.
El viaje de World Race inicia en Bulgaria.

Hubo experiencias buenas y malas a lo largo de los once meses. Sin embargo, todas sirvieron de enseñanza, aseguró Bonilla.
La joven enfermera recuerda que un día estaba trabajando con una de las niñas que tenía perlesía cerebral y noto que tenía piojos. Quería tratarla de lejos porque no quería que se le pegaran. Y de pronto, se preguntó: “¿es enserio que tú le estás negando amor a esta niña por los piojos? Algo tan bobo en comparación”.
Bonilla asegura que de las cosas más difíciles del viaje, no fue tanto las incomodidades que se encontraba en los países, porque son cosas que esperaba. “Yo esperaba encontrarme en circunstancias incómodas físicamente, pero cuando el liderazgo toma decisiones con las que tú no estás de acuerdo, ahí es donde de verdad uno como que se rompe. No tienes a dónde escapar, y uno se pregunta, ¿para esto yo vine?”.
Por ejemplo, en Sudáfrica estuvo una semana en una granja con muchos caballos. La dueña se encargaba de dar paseos a caballo en la playa. Bonilla estuvo una semana paleando excremento, que hasta en la boca le cayó, porque el viento la volaba. Terminó con infección de garganta y fue entonces cuando se preguntó, “¿qué yo hago aquí?, cuando en Sudáfrica hay comunidades viviendo en basura, que a lo mejor podemos ayudar, pero estábamos con esta señora, como con veinte caballos… ¿Por qué? ¿Por qué, si puedo estar haciendo algo más?”.
A este punto de su aventura Bonilla experimentó desánimo. Sin embargo, con la ayuda de sus familiares y la comunidad de la iglesia, pudo mantenerse enfocada en el propósito del viaje y terminarlo.
El regreso a Puerto Rico estuvo marcado por un proceso difícil de reintegración que duró casi cuatro meses. El cuerpo necesitaba ajustarse nuevamente al horario local, luego de vivir un año con un horario de doce a dieciséis horas de diferencia. Pero lo más difícil fue confrontarse con su estilo de vida previo al viaje.
“Físicamente uno está destruido. Y luego entrar a ver la cultura donde estás. Ver lo que tienes. Uno se quebranta, porque ves tu “closet” y dices: ¿por qué tengo tanta porquería?”, expresó la misionera.
“Cuando estás once meses que vives, no con lo mínimo, pero con comparación con todo el exceso que uno tiene. Porque, aunque Puerto Rico no es lo más rico del mundo, tenemos mucho. Tenemos un montón. Y lo sabemos porque en huracán María vivimos con mucho menos y pudimos”, declaró Bonilla.
Según la misionera pudo entender que cada zapato que tiene demás es un zapato que una persona tiene de menos y que uno puede vivir con menos. Con mucho menos.

Según Bonilla, World Race no representó el fin de su aventura. Todo lo contrario. Su influencia hizo que Bonilla trazara metas mayores y cambiara su estilo de vida significativamente.
Ahora mismo, la misionera colabora con una organización en India en la que auspicia monetariamente a algunos niños.
“Viajo con mochila. Cuando voy a lugares, trato de comerme toda la comida por gratitud, aunque no me guste. Limpio constantemente mi closet y envío donaciones; busco servir en lugares aquí en Puerto Rico de la forma en que lo hice allá”, dijo la enfermera.
Al restablecerse en Puerto Rico, Nicole comenzó a ejercer su carrera en enfermería. La medicina es su tercera pasión y su meta a largo plazo es combinar sus especialidades.
“Mi pasión siempre ha sido la medicina y viajar… Soy enfermera graduada, estoy trabajando y adquiriendo experiencia”, afirmó Bonilla. Después de exponerse y ser testigo de las necesidades en todos estos países, ver todo lo que nosotros tenemos demás, su deseo es poder poner sus conocimientos al servicio de estas poblaciones menos aventajadas.
“Me gustaría poder adiestrarme para poder llevar ayuda a otro lugar. Ya sea a tiempo completo o por temporadas. Como Dios quiera. Pero, por lo menos, esa es la meta”, aseguró Bonilla.